Avanzamos hacia la ermita, una pequeña iglesia a escasos metros de la casa principal y cerca también de las casas que habitaban los trabajadores que cultivaban las tierras colindantes
Entramos en su interior. Estaba vacía. Las paredes llenas de pintadas…
De allí cruzamos al núcleo de viviendas. Unos edificios cuadrados que albergaban cada uno dos viviendas.
Las escaleras de acceso a la planta alta de las viviendas han desaparecido en todos los módulos. Seguramente las hayan demolido para evitar posibles accidentes
Tabiques tirados, escombros y pintadas es la tónica general que nos encontramos en el interior de los edificios. Y rodeándolos, montones de maleza. Plantas y hierbas silvestres que se han adueñado del lugar, envolviendo los edificios como si quisieran protegerlos de la modernidad
Además de la casa principal, de la ermita y las casas de los trabajadores, el conjunto cuenta con varios edificios más.
Uno de ellos tiene pinta de haber sido un establo. No entramos en él. Empezaba a anochecer, y preferimos ir al edificio que alberga unas enormes tinajas.
En sus años de esplendor fácilmente debió tener dentro una treintena de tinajas, grandes, muy grandes. Ahora solo quedan enteras cuatro. El resto está hecho añicos y forma parte del piso.
Según se entra, a mano derecha, hay otra estancia, más pequeña, con restos de lo que fue una piedra de moler y al frente, unas escaleras estrechas y húmedas llevan a la zona subterránea por un pasadizo que huele a rancio, donde se abren unos huecos y pasillos con más huecos que contienen más tinajas, algunas con agujeros en su panza, otras enteras.
En el poblado hay otras edificaciones, almacenes y lo que fue en su tiempo una escuela.
Pero sin duda alguna, el edificio que más llama la atención y que mejor conservado se encuentra (a pesar de su deterioro), es sin duda el palomar.
El palomar es un edificio cilíndrico, de grandes dimensiones, solitario, que se encuentra retirado del núcleo del poblado, en medio del campo.
Tiene una sola puerta, ahora sellada, aunque le han hecho un agujero para poder entrar. En la parte alta tiene 10 ventanucos en forma de ojo de buey, y está coronado por una cúpula de mampostería que tiene otros 10 ventanucos. Esta bóveda no estaba en la construcción original. Se construyó cuando alrededor del año 1945, un rayo destruyó el techo del palomar
Pasamos la tarde haciendo fotos del lugar, hasta que se nos hizo de noche. Entonces, volvimos al coche, nos comimos los bocatas que habíamos llevado de tentempié-merienda-cena y nos despedimos de este lugar, construido hace más de 120 años (se construyó en 1887) prometiendo volver para fotografiarlo bajo las estrellas
© 2024 AFOTAR Asociación de fotógrafos de Torrejón
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